Así que esto era realmente el gabinismo. Bajo la capa de pintura y la zarzuela cañí, vean el rastro soberbio de un pufo millonario sin precedentes. Más de 70 millones de euros, siete años de inversiones perdidas, decenas de proyectos enviados al carajo: podemos imaginar ya la ciudad perdida, la ciudad imaginada o virtual que habría podido ser y que ya no será. La ineptitud de Gabino de Lorenzo (alcalde, 1991-2012), ahora representante de Rajoy en Asturias, ha provocado en la ciudad una quiebra económica monumental, cuyos efectos serán percibidos de alguna manera durante años.
Esa losa (de mármol, qué menos), hay que achacársela a la megalomanía de un político/ingeniero/constructor que fue elevado al trono vitalicio de la ciudad por aduladores y entusiastas a sueldo en ese mercadillo de voluntades y vanidades en el que Oviedo se transformó durante su reinado. Frente a él, las voces críticas fueron convenientemente silenciadas. Fue el caso de LA VOZ DE ASTURIAS, un periódico que sufrió durante lustros el apartheid informativo, el aislamiento económico e incluso las amenazas físicas, chulescas y los insultos públicos de su hermandad de defensores. Fue el destino de quienes denunciaron los excesos del alcalde, sus redes clientelares, sus decisiones arbitrarias y sectarias.
Todo eso comienza a brotar, paso a paso, como un virus que se ramifica, como un rizoma que se extiende horizontalmente por las calles que peatonalizó (una herencia positiva, hay que reconocerlo).
Empezamos a conocer ahora la factura de toda esa mierda que inundó las cloacas de la ciudad, convenientemente oculta bajo la superficie o bajo las alfombras o las moquetas. Eso sucedió en la ciudad de las farolas y las esculturas, irreprochablemente limpia y pulida. Los ovetenses a quien tanto quiso Gabino de Lorenzo van a ser quienes paguen sus pufos a razón de 1.000 euros por contribuyente.
Que se vayan colocando en la cola de pagos. El tópico dice que el tiempo da la razón y quizá ha llegado el momento del revisionismo, de abordar con lupa el legado del gabinismo, de impartir justicia (su entorno más próximo ya ha sido pasto de los banquillos), de rememorar las locuras de aquella Marbella del Norte. ¿Seguirá De Lorenzo teniendo defensores? Están en su derecho, aunque si tuviesen que asumir de su bolsillo el pufo (más de 70 millones) otro gallo cantaría.
Quizá debería hacerlo el propio exalcalde, pero todos sabemos que eso no sucederá. Queda la indignación ante posiblemente, el peor alcalde de Oviedo. Inspirémonos en aquel anuncio de una famosa bebida alcohólica.
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