Se daban las condiciones para ser comedido en los relevos de cargos públicos, pero el presidente ha caído en los excesos de sus predecesores
Madrid
Pedro Sánchez ha perdido una oportunidad perfecta para erradicar la
endémica enfermedad de los partidos de ocupar sin límites la
Administración del Estado en cuanto acceden al poder. Con media
legislatura cumplida y endebles apoyos parlamentarios, se daban las
condiciones para ser comedido en los relevos de cargos públicos, pero el presidente ha caído en los excesos de sus predecesores.
La discutible praxis se agrava. En sus dos primeros meses de mandato, Zapatero sustituyó a medio millar de altos cargos y Rajoy publicó 485 decretos de sustituciones
en 60 días. Fueron relevos masivos, pero al menos los nombrados tenían
cuatro años por delante. No es el caso de Sánchez. Sin embargo, el BOE
ya ha publicado 484 decretos de ceses y nombramientos en sus primeros 54
días en Moncloa.
Con todo, lo alarmante no es el número de relevos (muchos lógicos),
sino algunos desaciertos que sirven de coartada para pasados y
posteriores abusos. Así, nadie objeta a Luis García Montero para dirigir el Cervantes, pero tampoco a su antecesor, Juan Manuel Bonet, quien solo llevaba 18 meses en el cargo.
Donde se registra la colonización mayor, no obstante, es en las
empresas públicas. ¿Eran necesarios los relevos en la Sepi, Hunosa,
Tragsa, Renfe, Adif, Correos, Cetarsa, Navantia…? ¿Todos?
Son los puestos mejor pagados del reparto y, por tanto, mirados con
lupa dentro y fuera del PSOE. Por eso, es difícilmente explicable que
Juan Manuel Serrano, exjefe de Gabinete de Sánchez, sea designado
presidente de Correos (200.000 euros al año). Que María Luisa Faneca, de
la ejecutiva socialista, funcionaria en Huelva del Instituto Social de
la Marina, presida la Sociedad de Caución Agraria. O que el exministro
Jordi Sevilla dirija una cotizada en Bolsa como Red Eléctrica (565.000
euros) sin garantía de estabilidad.
Hasta el díscolo Óscar López, que abandonó a Sánchez para apoyar a
Patxi López, recibe premio y pisa el puesto a los graciosos que saludan
cada cambio de Gobierno al grito de “¡me pido Paradores!”. Sustituye a
la exesposa de Rato.
Un experimentado político diagnostica así la endémica enfermedad: “A
ver cuándo aprendemos que la Administración se dirige, no se ocupa”.
Sánchez ha desaprovechado una buena oportunidad de recetar a España la
medicina adecuada. No lo ha hecho y hasta la directora de la Agencia del
Medicamento, Belén Crespo, ha sido relevada pese a que fue nombrada
bajo el mandato de Zapatero.
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