La gestión de las listas de espera no debe
fomentar un sistema público para los pobres y otro mixto,
público-privado, para los que pueden pagarlo y elegir uno u otro en
función del tipo de asistencia
Gustavo Laguardia
/
Juan Antonio Gil de los Santos
Su médico de familia lo deriva al especialista porque sospecha que el
remedio para lo que a usted le ocurre va a ser quirúrgico. La cita para
el especialista puede tardar un mes, o dos, o tres; o tener una primera
cita con un especialista que no va a solucionarle nada, sino remitirlo a
otro colega que es el que de verdad va a determinar si lo suyo es
quirúrgico o no. Le harán algunos análisis clínicos, si no los tiene ya,
pedidos por su médico de familia, y algunas pruebas diagnósticas
(radiografía, ecografía, TAC, pruebas funcionales,… con más espera para
cada una de ellas). Finalmente el especialista le planteará que debe
operarse. Usted acepta, y a partir de aquí se supone que usted ingresa
en lista de espera quirúrgica. Su pregunta probablemente sea “¿Y cuándo
me operarán?” La respuesta más frecuente será “No le puedo decir, ya le
avisarán, hay mucha lista de espera”.
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