Las huelgas estudiantiles por el cambio climático llegan a España con las primeras acciones previstas en Barcelona y Madrid.
“En el año 2078, celebraré mi 75 cumpleaños. Si tengo hijos, quizás pasen ese día conmigo. Quizás me pregunten sobre vosotros. Quizás me pregunten por qué no hicimos nada mientras aún había tiempo para actuar” . Greta Thunberg alertó en diciembre con estas palabras sobre la inacción climática durante la última Conferencia del Clima de la ONU. Desde entonces, esta adolescente sueca, de 16 años, se ha convertido en una mediática figura de la lucha contra el cambio climático. Su ejemplo ha inspirado la multiplicación de huelgas estudiantiles en Europa contra el calentamiento global, con la mirada puesta en la jornada mundial del 15 de marzo.
Bélgica, Suecia, Alemania, Suiza, Francia, Australia… Es larga la lista de países cuyos estudiantes se han unido a los “#FridaysforFuture”. Este movimiento internacional llega esta semana en España. Una primera acción está prevista el viernes en Barcelona con una sentada en la plaza Sant Jaume, delante del Ayuntamiento y la Generalitat. En Madrid, los estudiantes se han dado cita el 1 de marzo al mediodía en frente del Congreso de los Diputados. De esta forma, los jóvenes españoles se unen a unas movilizaciones que han cosechado un éxito inesperado en Bélgica, donde se manifestaron más de 35.000 estudiantes el pasado 24 de enero.
“Nunca me hubiera imaginado que los jóvenes belgas se movilizarían tanto por el clima”, reconoce en declaraciones a El Salto Piero Armand, 18 años, cofundador de Génération Climat, un movimiento creado por los huelguistas belgas. Desde principios de enero, cada jueves miles de jóvenes de este país han llenado las calles de Bruselas, Lieja, Amberes o Lovaina. Según un estudio de la Universidad de Gante publicado en enero, la cuestión climática es el tema que más preocupa a los belgas de entre 18 y 25 años.
GENERACIÓN MARCADA POR LA DESAPARICIÓN DE ANIMALES
“Formamos parte de una generación cuyo futuro puede estar marcado por la escasez de agua y la desaparición de plantas y animales”, asegura Armand, que está cursando su último año de bachillerato. Para hacer entender su voz, los estudiantes belgas apostaron por la huelga. “Desde que somos pequeños nos dicen que tenemos que estudiar para construirnos un futuro. ¿Pero de qué sirve ir a clase si es el futuro del planeta el que está en peligro?”, añade este representante de Génération Clima, partidarios de un ecologismo radical.
Además de las movilizaciones de jóvenes, en Bélgica se han organizado durante los últimos meses varias marchas por el clima con una asistencia más que notable. Más de 70.000 personas protestaron contra el calentamiento global en Bruselas el pasado 27 de enero. “Decidimos hacer huelga porque cuando nos manifestábamos con nuestros padres el fin de semana a los políticos les daba igual”, explica Armand. De hecho, las movilizaciones estudiantiles ya se han consumado su primera víctima. La ministra flamenca de Medio Ambiente, Joke Schauvliege, tuvo que dimitir tras afirmar que los estudiantes “estaban manipulados”.
ÉXITO INESPERADO EN SUIZA O AUSTRALIA
Si las protestas en Bélgica han tenido el mayor eco mediático, las movilizaciones estudiantiles por el cambio climático ya empezaron el año pasado en Australia. El 30 de noviembre, miles de adolescentes de colegios e institutos hicieron huelga en una veintena de ciudades australianas para protestar contra la explotación de una mina de carbón por la empresa local Adani.
Estas convocatorias también lograron un éxito inesperado en otros países, como Suiza. “Que en un país en el que no hay la cultura de manifestarse miles de jóvenes salgan a la calle contra el cambio climático es un hecho prácticamente inédito”, afirma Victor Kristof, presidente del colectivo Swiss Youth for Climate, que participa en la organización de las huelgas. “En diciembre el texto de la Conferencia del Clima de Katowice resultó insuficiente y, sobre todo, hace falta una mayor ambición de los gobiernos nacionales”, explica Kristof. Este militante recuerda que las manifestaciones en Suiza hacen referencia a problemáticas internacionales, pero también nacionales, como el fracaso en diciembre en el parlamento helvético de una ley sobre la reducción de emisiones de CO2.
Según un recuento hecho por el diario británico The Guardian, cada semana unos 70.000 jóvenes se manifiestan por el cambio climático a nivel mundial. La semana pasada estas protestas se propagaron por el territorio británico y francés. En Francia, “la dimisión de Nicolas Hulot removió las consciencias”, asegura Bruno Goube, miembro de Enseignant.e.s pour la planète. Este colectivo de profesores franceses fue creado a finales de enero para preparar la jornada del 15 de marzo. Se trata de una iniciativa más surgida en el país galo, donde la renuncia de Hulot, un reputado activista, supuso un electrochoque y dio lugar a una mayor toma de consciencia sobre la cuestión climática.
Más de dos millones de personas —un récord en este país— han firmado desde finales de diciembre una petición para llevar el Estado francés ante los tribunales por inacción climática. Este recurso judicial será presentado el 14 de marzo, anunciaron esta semana las cuatro ONG impulsoras de la iniciativa. “Nos encontramos en una situación de urgencia en la que es necesaria cualquier iniciativa que obligue a las autoridades a actuar”, defiende Goube. Según este director de una escuela cerca de Lyon, “es necesario modificar los programas educativos para situar en el centro las cuestiones medioambientales y tratarlas de forma interdisciplinaria”.
FIGURA DEL ECOLOGISMO JUVENIL
Tras las primeras protestas de estudiantes del pasado viernes, esta semana se espera que estas movilizaciones crezcan en Francia. Entre los manifestantes parisinos estará Greta Thunberg, quien participa también este jueves en la manifestación de Bruselas. Esta adolescente sueca se ha convertido prácticamente en una figura pop del ecologismo. Hace seis meses, sin embargo, ella parecía clamar sola en medio del desierto. Dejó de ir a clase cada viernes en septiembre para manifestarse sola delante del Parlamento sueco, pocas semanas antes de las elecciones generales de su país.
Entonces, su iniciativa tuvo un gran impacto mediático. Lo que motivó que la invitaran a la Confrencia del Clima de la ONU o al Foro de Davos, donde subrayó la hipocresía de los oligarcas mundiales, aparentemente preocupados por el calentamiento global pero que se desplazaron a esta cumbre en Suiza con jet privado, el súmmum de la contaminación. En cambio, Thunberg prefirió desplazarse en tren, haciendo 32 horas de viaje. Su rostro angelical, pero sobre todo sus convicciones férreas y su ejemplaridad personal, resultan una fuente de inspiración para las nuevas generaciones. Una figura mundial que puede favorecer la causa ecologista en las trincheras de las batallas culturales.
“Se trata del símbolo de una generación que teme por su futuro”, afirma Armand, quien se pregunta sobre la conveniencia de que “una chica de 16 años asuma tanta responsabilidad”. De hecho, una joven convertida en un símbolo de la lucha medioambiental no resulta ninguna novedad. La adolescente canadiense Severn Suzuki, de 13 años, ya se hizo mundialmente famosa en la Conferencia del Clima de la ONU en 1992. Quizás su emotivo discurso conmovió a los asistentes de esa cumbre, pero los compromisos adoptados en Río de Janeiro quedaron en papel mojado.
De momento, las movilizaciones de los “Fridays for Future” han tenido una acogida positiva por los medios mainstream, pero también entre diversos gobiernos. “Estoy contenta de vuestra movilización, esto significa que hemos superado una etapa. Detrás de las puertas de este Ministerio solo tenéis a aliados, no somos vuestros adversarios”, declaró la secretaria de Estado francesa del Ministerio de Transición Ecológica, Brune Poirson, durante la concentración del pasado viernes en París delante de este Ministerio. Una reacción casi calcada tuvo la ministra de Energía británica, Claire Perry. “Estoy increíblemente orgullosa de que los jóvenes defiendan con fuerza que debemos pasar a la acción”, afirmó.
“Tenemos la impresión de ser tratados como niños”, lamenta Armand. Los huelguistas belgas lograron ser recibidos por la ministra federal belga de Medio Ambiente y por el responsable de esta misma cartera en el gobierno valón. “Pero se dedicaron solo a darnos lecciones”, añade. Desde su colectivo Génération Climat, apuestan por elaborar unas reivindicaciones más concretas y que el movimiento estudiantil se organice a través de asambleas. Unos desafíos necesarios si esta marea verde no quiere convertirse en un movimiento simpático para limpiar consciencias entre los poderosos. “Existe el riesgo del greenwashing”, reconoce Armand.
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