Texto extraído del informe publicado en el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, 77, 1–51
Despilfarro y sobrecostes en las infraestructuras competencia de las Comunidades
Autónomas y gobiernos locales
Las Comunidades Autónomas y los gobiernos locales han comprometido de forma inadecuada algo
más de 35 000 millones de euros entre 1995 y 2016. Una cantidad que ascenderá a más de
51 000 millones en los próximos años si se tienen en cuenta los compromisos ya adquiridos por
distintos gobiernos. La relación de infraestructuras, equipamientos y proyectos que finalmente han
resultado abandonados, fallidos, están infrautilizados o han desbordado su coste inicial es tan
variada como extensa: aeropuertos regionales, puentes, autovías, líneas de tranvía y metro,
grandes polígonos industriales, equipamientos deportivos, museos, parques tecnológicos, auditorios
y palacios de congresos y ferias, grandes eventos, complejos temáticos.
En este apartado se ofrece
una síntesis de carácter general completada con un anexo final por Comunidades Autónomas.
Investigaciones en curso nos permitirá ofrecer en el futuro mayor nivel de detalle de las diferentes
actuaciones y proyectos.
Como se observa en la Tabla 5 hay remarcables diferencias entre Comunidades Autónomas.
Si
agrupamos el volumen de recursos comprometidos por la Comunidad Autónoma y los gobiernos
locales que la integran, Cataluña y la Comunidad de Madrid ocupan los primeros lugares. Le
siguen la Comunidad Valenciana, Aragón, Andalucía, Asturias, y Castilla-La Mancha. Este primer
grupo de siete Comunidades Autónomas supone más del 90 % del total de los recursos públicos
mal utilizados.
Una asimetría que no se explica solo por el desigual peso poblacional y de recursos,
obedece también a estrategias y proyectos impulsados por responsables políticos que finalmente
han resultado una carga que ahora resulta difícil de gestionar.
Un análisis pormenorizado escapa a las posibilidades de este artículo por lo que presentamos aquí
aquellos elementos que estimamos más comunes junto con el detalle de algunos casos
especialmente significativos a modo de ejemplo. Entre las cuestiones que se pueden colegir
avanzamos las siguientes:
a) En unos casos, los proyectos han sido abandonados o permanecen inconclusos después de
centenares de millones de euros de inversión. Desde líneas de tranvía insostenibles (Jaén, VélezMálaga,
bahía de Cádiz, Parla), hasta proyectos singulares como la Ciudad del Medio Ambiente
de Soria, la Ciudad de la Luz en Alicante, la Ciudad de la Justicia de Madrid, Caja Mágica o
extravagancias como la Ciudad del Circo en Alcorcón o la Meseta Ski de Tordesillas, pasando
por aeropuertos regionales como el de Ciudad Real, centros culturales sin uso o inacabados o
redes de depuradoras como en Aragón. A veces, los cambios de gobierno regional o locales
explican en parte el abandono de algunos proyectos, puesto que los gobiernos entrantes no
quieren hacerse cargo de infraestructuras que consideran innecesarias y que ya denunciaron
desde la oposición o no pueden asumir los gastos de funcionamiento. La falta de financiación
pública en el contexto de la crisis explica otros casos de abandono de proyectos.
b) En otros, se trata de auténticas “cajas vacías”, en palabras de Sánchez Ferlosio. Es
especialmente significativo el caso del gran complejo ocioso construido en torno a la Expo del
Agua 2008 en Zaragoza, macromuseos o auditorios sobredimensionados (Ciudad de la Cultura
de Santiago, Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia o la Marina de Valencia), museos
históricos o temáticos. La falta de proyecto una vez terminada la obra indica que no había una
idea previa sobre el contenido o que no existía una programación acorde con la entidad y el
coste del proyecto. En ocasiones, la ausencia de un socio tecnológico acreditado frustró desde
el inicio proyectos de gran envergadura como en el caso del parque temático Terra Mítica.
c) Un tercer grupo lo integran grandes infraestructuras culturales infrautilizadas o con sobrecostes
extraordinarios, como el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, la restauración del
Palacio de Cibeles de Madrid, la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia.
d) Encontramos también infraestructuras que han registrado sobrecostes elevados, que permanecen
inacabadas o que no justifican la inversión, los costes de mantenimiento y la deuda contraída
durante décadas y asumida por los poderes públicos: la línea 9 del metro en Barcelona, la línea
2 del metro de Valencia y los metros de Granada o Gijón son ejemplo de ello.
e) Los aeropuertos regionales de Lleida, Murcia-Corvera (recientemente AENA ha acudido al
concurso para su explotación), Huesca y Castellón también son ejemplo de despilfarro. Como ha
puesto de manifiesto el informe especial del Tribunal de Cuentas Europeo (2014), ni estos
aeropuertos regionales ni otros muchos pertenecientes a la red de AENA anteriormente referidos
justifican la inversión hecha en su día. El ciclo político y la supuesta rentabilidad electoral
animaron a su construcción. Sin embargo, estudios de rentabilidad y análisis comparado del
funcionamiento de aeropuertos regionales en Europa habrían desaconsejado por completo la
inversión (Heymenn, 2015).
f) Alguna Comunidad Autónoma, como la Comunidad Valenciana, optó por el impulso de grandes
eventos. Se trataba de emular otras experiencias para “situar en el mapa” a algunas de sus
ciudades y al conjunto de la Comunidad. Tras una inversión documentada de, al menos, 5225
millones en proyectos ejecutados (IVIE, 2010), el balance es negativo en términos de
rentabilidad económica y social.
g) En algunos casos se intenta años más tarde encontrarles alguna utilidad o mejorar la gestión. El
aeropuerto de Castellón es un ejemplo. El de Teruel ha encontrado una ventana de oportunidad
que le permite ver el futuro con mayor optimismo al haberse convertido en el mayor parking de
aviones de Europa. Otro buen ejemplo los encontramos en la intención de los actuales gestores
respecto a la Marina de Valencia y algunos contenedores todavía sin uso en el complejo de la
Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia, o la propia Ciudad de la Luz en Alicante. “Cajas
vacías” a la espera de ser ocupadas con alguna actividad. Una muy difícil operación en
ocasiones, puesto que al arrastrar una deuda insostenible, solo pueden aspirar a equilibrar el
presupuesto anual a la espera de renegociaciones o, en su caso, acuerdos de condonación de
la deuda arrastrada. En algunos casos, parece que será posible re-aprovechar y repensar las
infraestructuras construidas infrautilizadas o abandonadas, otorgándoles nuevas funciones que
den sentido a inversiones públicas tan cuantiosas mediante el impulso de proyectos
empresariales innovadores y recuperando espacio público para los ciudadanos.
h) Hay casos singulares que merecen atención. La mala gestión del proceso de ampliación del
recinto de la Feria de Valencia, el quebranto a las arcas públicas (más allá de la dimensión
penal) provocado por la empresa pública Ciegsa constituida para la creación de centros
educativos en la Comunidad Valenciana o la desproporcionada inversión, ya realizada, en el
hospital de Toledo inacabado, son ejemplos muy llamativos.
i) En torno a la gestión del agua también ha habido numerosos casos de despilfarro. La “burbuja”
de las depuradoras en Aragón y los costes que ha supuesto, la desaladora de Escombreras, la
deriva del Canal de Isabel II y el despilfarro (y la corrupción política) asociada a la entidad que
gestionaba la depuración de las aguas residuales de la propia ciudad de Valencia y de 17
municipios de su área metropolitana son buen ejemplo.
j) Algunos proyectos regionales y locales (también otros impulsados por el gobierno central) tienen otro elemento en común: las denuncias ciudadanas sobre incumplimiento de normas de protección del medio ambiente. Pese a la existencia de un marco legal que expresa una clara defensa de postulados ambientalistas, muchas veces en desarrollo y aplicación de la normativa de la Unión Europea, se observa que algunos proyectos se llevaron a cabo a pesar de que vulneraban distintas normas.
j) Algunos proyectos regionales y locales (también otros impulsados por el gobierno central) tienen otro elemento en común: las denuncias ciudadanas sobre incumplimiento de normas de protección del medio ambiente. Pese a la existencia de un marco legal que expresa una clara defensa de postulados ambientalistas, muchas veces en desarrollo y aplicación de la normativa de la Unión Europea, se observa que algunos proyectos se llevaron a cabo a pesar de que vulneraban distintas normas.
k) Finalmente, una nota sobre el contenido de las memorias económicas justificativas de algunos de
los proyectos y eventos a las que hemos tenido acceso. La mayoría evidencia que son memorias
de factura y contenido pobres y con el único objetivo de justificar o legitimar una decisión
política que ya estaba tomada. Hechas por encargo. Con proyecciones y previsiones totalmente
equivocadas, da la impresión de que el proyecto era la construcción misma, los réditos
electorales y la movilización de actividad económica en el proceso de construcción y
equipamiento. Después, la nada, salvo la socialización de pérdidas a cargo de los poderes
públicos y la gestión posterior con cláusulas lesivas para los ciudadanos.
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