Javier Álvarez Villa
¿Son hoy los Gobiernos los consejos de Administración que rigen los intereses colectivos de la clase burguesa, como afirmaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista?
En El
Estado en la sociedad capitalista Miliband da una especial
importancia a la composición social de la élite estatal en las
sociedades capitalistas avanzadas, partiendo de la constatación de
que los integrantes de los Gobiernos de estos países, con
independencia de sus diferencias políticas, sociales, culturales,
religiosas o de otro tipo, comparten una disposición ideológica
común: la validez y las virtudes del sistema capitalista y su
oposición frontal e inflexible a “toda posibilidad socialista de
sustitución de este sistema”
Y
en todos los casos en los que los partidos socialdemócratas han
accedido al poder ejecutivo del Estado, siempre aceptaron, incluso de
manera entusiasta, la validez del sistema de “libre empresa”.
Hasta tal punto es así que los Gobiernos de estos partidos comparten
con los Gobiernos conservadores o de derechas la convicción de que
al cooperar activamente con el mundo de los negocios y ponerse al
servicio de los intereses de las grandes empresas, están cumpliendo
su misión de defensa del bien común y del interés general.
Miliband cita la frase célebre de que “lo que es bueno para la
General Motors es bueno para los Estados Unidos”. Hoy en Asturias
los dirigentes políticos podrán decir “lo que es bueno para
ArcelorMittal es bueno para Asturias”
Los
que hoy dicen que el capitalismo es incompatible con la utilización
óptima de los recursos para la satisfacción racional de las
necesidades de los seres humanos, intrínsecamente parasitario y
constitutivamente corrupto, son expulsados a las cunetas del sistema.
La creación de prejuicios políticos a través de los grandes medios
de comunicación es una de las armas más eficaces en esta tarea de
arrinconamiento.
El
gran economista norteamericano John Kennet Galbraith dijo en
Oviedo en 1992: "Desgraciadamente,
la gente confunde la ética del mercado con la ética propiamente
dicha, y el afán de enriquecimiento va unido al capitalismo. Es, uno
de los fallos más graves del sistema. En los últimos diez años sus
consecuencias han sido constantes en Estados Unidos. ¿Cómo
evitarlo? Es una herencia de la humanidad y es también una
excrecencia del sistema. Acaso para resolverlo ya hay inventado un
mecanismo que reduzca el apetito de dinero: el Impuesto sobre la
Renta".Y
sobre la situación de Asturias: "Las
industrias mineras y siderúrgicas han quedado obsoletas. No hay más
remedio que cerrarlas y asumir el pago vitalicio de los sueldos de
los desempleados. Es doloroso, pero es una de las consecuencias del
sistema. Los asturianos han de abordar retos: la alta tecnología, el
diseño, el arte".
Palabras muy actuales de un socialdemócrata reformista, que sirven de vara de medir para la actuación de los gobiernos socialistas asturianos en las últimas décadas: las minas y la industria fueron cerrando, pero en lugar de sustituirlas por un nuevo tejido industrial de alta tecnología, se fueron consolidando tupidas redes clientelares al servicio de los intereses personales de camarillas políticas endogámicas.
Palabras muy actuales de un socialdemócrata reformista, que sirven de vara de medir para la actuación de los gobiernos socialistas asturianos en las últimas décadas: las minas y la industria fueron cerrando, pero en lugar de sustituirlas por un nuevo tejido industrial de alta tecnología, se fueron consolidando tupidas redes clientelares al servicio de los intereses personales de camarillas políticas endogámicas.
¿Que
han hecho los Gobiernos formados por partidos laboristas y
socialdemócratas cuando han tenido el poder político? El
Estado en la sociedad capitalista ofrece
algunas respuestas.
Cuando
entraron en coalición con partidos conservadores, los dirigentes se
encargaron de frenar a las bases de su propio partido y convencerlas
para que aceptaran las políticas de derechas que ellos mismos
estaban amparando.
Donde
gobernaron en solitario, tras exitosas victorias electorales, los
dirigentes socialdemócratas se preocuparon muy pronto de
tranquilizar a las élites del mundo de los negocios sobre sus
intenciones, que no eran gobernar desde la perspectiva de
los intereses de “clase”, sino en clave de defender los intereses
“nacionales”, que a la postre, coincidían con los del gran
capital; y, en paralelo, de engatusar a la clase trabajadora sobre
las virtudes de la paciencia, de la disciplina y del trabajo duro,
desactivando las expectativas y demandas populares.
En
esta tarea de tranquilizar a los “hombres de negocios”, la
socialdemocracia se apoyó siempre en los altos funcionarios que ya
servían obedientemente a los gobiernos conservadores, transmitiendo
un claro mensaje de continuidad a la élite económica dominante.
Y
así llegamos al papel de la Burocracia. Los servidores del Estado.
Continuará...
Continuará...
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