Joan Tahull Fort
Doctor en sociología por la Universidad de Lleida. Licenciado en Filosofía. Licenciado en Antropología
Social y Cultural. Diplomado en Trabajo Social. Profesor asociado en la Universidad de Lleida en el
Departamento de Sociología y Geografía.
Profesor, ICE Institut de Ciències de l'Educació. Universidad de Lleida (España)
Resumen: La corrupción aparece en todos los países y momentos históricos. Ninguna
comunidad es inmune a esta realidad. Hecha esta afirmación, existen diferencias importantes
entre sociedades. En algunas se puede comprender, valorar, admirar y no castigar
suficientemente al corrupto; en cambio, en otras la tolerancia es mínima. La sociedad no acepta
este tipo de actos. Actualmente España se encuentra en una situación social, económica y
política muy difícil. Continuamente aparecen en los medios de comunicación hechos graves que
escandalizan a los ciudadanos. Parece que la corrupción está incrustada en la estructura social
y cultural. En este artículo, a través de una revisión documental, abordamos un tipo de
corrupción de baja intensidad, el clientelismo. En España existe una relación estrecha entre
políticos y afiliados, amigos, allegados y conocidos. Las élites construyen redes clientelares,
donde los políticos reciben apoyos y los ciudadanos contratos de trabajo, ayudas,
subvenciones. Ambas partes salen beneficiadas, contra un grupo significativo que no participa
y está al margen. Estos tienen muchas dificultades para acceder a determinados servicios,
trabajos, y ayudas.
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