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sábado, 8 de octubre de 2011

De la burocracia a la partitocracia


Eugenio Moure
Abogado
elcorreogallego.es

El opúsculo de Stephane Hessel convertido en un best-seller agitador de masas y que su enfático título -¡Indignaos!- ha bautizado con el mismo verbo a los miles de jóvenes concentrados pacíficamente durante semanas en nuestras plazas, contiene una frase conminatoria que ahora traigo a colación: "Mirad a vuestro alrededor, encontraréis los hechos que justifiquen vuestra indignación".

Pues bien, quienes nos dedicamos al mundo del Derecho también encontramos en los diarios oficiales motivos para proclamar nuestra indignación, en términos de lo que Feijoo (aclaro, el escritor del siglo XVIII) denominaba el "desengaño de los errores comunes". Y así un error ha sido la reforma operada recientemente en el artículo 30 de la Ley de Función Pública de Galicia.

La novedad reside en que las jefaturas de servicio de los órganos administrativos autonómicos, incluso otros puestos de nivel inferior, serán proveídas por el sistema de libre designación, es decir, al margen del clásico sistema de selección competitiva basada en los principios de igualdad, mérito y capacidad, contenidos como derecho fundamental en nuestra Carta Magna.

Al legislador autonómico le trajo al pairo la doctrina del Tribunal Supremo según la cual la libre designación tiene un carácter excepcional -de aplicación restrictiva, por lo tanto- incluso cuando no se trata del previo ingreso en la función pública, y que sólo está justificada para puestos de especial responsabilidad. Sin embargo, la norma va más allá y alude como nuevo criterio selectivo a la confianza personal.

Lo anterior establece un nuevo mérito, eminentemente subjetivo, para subir en el escalafón funcionarial. Es a lo que alude el Profesor Alejandro Nieto, en su obra El desgobierno de lo Público, al decir que "los partidos políticos no están dispuestos a aceptar la relativa independencia de los servidores públicos, y exigen su sumisión y conversión en un botín a disposición de sus amigos de confianza política".

Si en el Estado liberal constitucional que nació en el siglo XIX mantenía un equilibrio entre dos subsistemas -el político y el burocrático o funcionarial-con reformas como la comentada el primero fagocita paulatinamente al segundo. Es la "partitocracia", fenómeno que implica que los partidos se infiltren en todas las estructuras del poder. Lo mismo que denunció Benedicto XVI en Madrid al referirse al "totalitarismo político".

No es de extrañar así que los políticos generen cada vez mayor rechazo social por la forma en que acaparan el poder. No les basta con colocar a sus afiliados como asesores, sino que ahora tratan de ocupar todos los puestos de jefatura del aparato administrativo. Ya lo auguraba Gustavo Bueno: "La partitocracia supondrá una deformación sistemática de la democracia". Pues en Galicia también.

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