El País, 3/3/2014
El tribunal cree que la oferta favorecía al docente que ya trabajaba en el departamento
La selección de profesores para la universidad española no ha podido desligarse nunca de la endogamia, esa enfermedad
por la que los aspirantes locales suelen ganar las plazas, muchas veces
diseñadas a la medida de sus currículos. De tanto en tanto, salta un
caso a los tribunales. Este lunes se ha conocido el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que anuló la concesión en 2009 de una plaza de catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (UPO).
La había ganado Eduardo Gamero, tras presentarse a una convocatoria
que premiaba un perfil muy definido: ser “especialista en Derecho del
Deporte”. El tribunal considera que este profesor, que pertenecía al
departamento convocante, partía con ventaja, al incluirse ese requisito.
El TSJA asegura que se “privilegiaba a quien reunía una específica
condición: haber cultivado el Derecho del Deporte” y “por ende, situaba a
los posibles partícipes en el concurso en diferentes posiciones de
partida”. Al favorecer al “candidato local”, añade el tribunal, “se
contradicen de lleno las condiciones de igualdad, mérito y capacidad que
se han de garantizar en todas las convocatorias”, tal y como dicta la Ley Orgánica de Universidades (LOU).
Otro aspirante a la plaza, Javier Barnés, recurrió a los tribunales
porque le molestó aquel requisito tan a medida: “Era una distinción
artificial en perjuicio de cualquier otro potencial candidato que,
casualmente, encajaba con el perfil de la actividad desarrollada por el
candidato local”, argumentaba en su escrito.
Barnés, que ahora es catedrático de Derecho Administrativo de la
Universidad de Huelva, aseguraba que en la convocatoria no se
justificaba el porqué de esa especialización y que dicha plaza carecía
de asignación presupuestaria como se exige en la LOU.
En la universidad no quisieron ayer hacer declaraciones, se limitan a
acatar una sentencia que es firme. Pero en su día justificaron la
convocatoria de dicha plaza porque respondía, por un lado, a la creación
en 2004 de la Facultad de Ciencias del Deporte; y, por otro, a su plan
estratégico para promocionar el deporte y apostar por la
“transversalidad de las titulaciones que ofrece”. También argumentaron
que dicha plaza, la tercera que se creaba en ese centro, obedecía a la
necesidad de “asumir en mejores condiciones de calidad la docencia e
investigación en ese ámbito”. Pero sus argumentos, no convencieron al
alto tribunal andaluz.
En la normativa universitaria se establece que las comisiones de
selección del profesorado que han de determinar quien gana una plaza
fija se compondrán en función de los estatutos de cada universidad, eso
sí, garantizando “la necesaria aptitud científica y docente de sus
componentes”. “El problema es cuando el departamento que convoca la
plaza es el que elige a los miembros de esa comisión de selección, que
todo queda en casa”, explica Barnés. Según un trabajo de los
investigadores Luis Sanz-Menéndez, Laura Cruz-Castro y Kenedy Alva, del
Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, publicado el año
pasado en la revista Plos One, el sistema universitario español se rige por una premisa: “Va entrando el que más tiempo lleva en la cola, al que le toca”.
“El sistema de contratación en España se ha movido entre la
desconfianza de un poder centralizado que controlaba el acceso con
exámenes nacionales y la autonomía total de las universidades en el que
predomina la fuerza del gremio y las estructuras de poder interno”,
explica Sanz-Menéndez.
Luis Sanz-Menéndez
“Es muy difícil precisar si ha aumentado el número de casos en los
últimos años y más teniendo en cuenta las escasas convocatorias públicas
que hay”, precisa el responsable de Educación de CC OO, Julio Serrano.
Hace años, en 2006, y no hay datos más recientes, un estudio del CSIC
cifraba en un 70% los casos en los que el profesor que ganaba su plaza
había concursado sin competencia y el 96% de ellos ya trabajaba en la
universidad donde se colocó de forma indefinida, algo que prácticamente
no ocurre en otros países donde los aspirantes que ganan provienen de
otros centros.
“Las cosas no han cambiado mucho desde aquel año en que se hizo ese
estudio”, señala Luis Sanz-Menéndez. “Ahora hay una acreditación por
puntos que es un despropósito, hay que procesar toneladas de papel, sin
una entrevista personal, ni un examen. Después, cada universidad es
completamente autónoma para seleccionar al tribunal y establecer
requisitos. Creo que el localismo se ha agravado, lo que pasa que el
contexto es muy distinto, no se convocan apenas plazas”. Entiende que
hay un exceso de funcionarios en la universidad. ¿Por qué no es bueno
eso? “Porque la universidad debe adaptarse a las demandas sociales y
para eso hay que contratar perfiles diversos con el tiempo. Pero ahora
es todo muy político. Si tienes que ganar unas elecciones acabas dando
prebendas a quienes te van a votar”, se queja Sanz-Menéndez.
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