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domingo, 7 de julio de 2013

Una ley – trampa para privatizar la Función Pública asturiana




El  Gobierno de Javier Fernández ha hecho público el Anteproyecto de Ley de medidas en materia de Función Pública y de Organización administrativa (ver aquí), presentándolo como el instrumento legal que reducirá al mínimo los nombramiento a dedo – por libre designación – en la Administración asturiana.

Es cierto que el Anteproyecto obliga a cubrir por concurso de méritos a la totalidad de los puestos singularizados o de carrera vertical, incluidos los Jefes de Servicio – con la única excepción, de las secretarías de despacho, conductores de altos cargos y directores de centros – y, en este sentido, supone un avance en la línea de regular la promoción profesional de los empleados públicos con criterios objetivos de igualdad, mérito y capacidad y no en base al enchufismo, el amiguismo o el corporativismo casposo que han venido determinando el sistema de ascensos.

Ahora bien, la contrapartida que pretende colar a cambio el Gobierno de J. Fernández, a saber, la creación de un estamento transversal de “personal directivo profesional” supone una carga de dinamita en la línea de flotación de un sistema de Función Pública profesional, imparcial y objetivo.

Porque ese personal directivo que se regula en el Anteproyecto de Ley, en un número que, ni más ni menos, puede llegar a duplicar al de Directores Generales ( artículo 8.bis, apartado 4), no tiene que tener la condición de empleado público. Dicho de otro modo, el Gobierno del Principado está abriendo la puerta para el desembarco masivo en la Administración de personal externo, fundamentalmente, de empresas privadas con intereses económicos muy concretos y ajenos al interés general de los ciudadanos y ciudadanas de Asturias, que se podrán colocar como “caballos de Troya” al frente de la gestión de asuntos públicos tan sensibles como el urbanismo, la sanidad, la educación, la cultura, la protección de los consumidores o la gestión tributaria.

¿Qué pintan unos gestores profesionales de procedencia externa a la Administración Pública asturiana, ejerciendo funciones directivas en ámbitos públicos de tanta relevancia para los derechos sociales de los asturianos y asturianas, como los señalados y otros muchos más que se podrían indicar a título de ejemplo?

Porque, volvemos a recordar que el Anteproyecto de Ley permite que existan el doble de “directivos profesionales” que de Directores Generales, creando un verdadero entramado trasversal interpuesto entre los cargos políticos y los puestos funcionariales que, de consumarse, legalizará el fenómeno conocido como “puertas giratorias”, es decir, el tráfico de doble sentido de personas e intereses, entre el sector público y las corporaciones privadas: ejecutivos infiltrados en el poder de dirección de la Administración Pública y gestores públicos fichados por el “mercado” para transferir información privilegiada e influir en la toma de decisiones de su centro de procedencia.

Pero, además, en cuanto que la creación de ese “personal directivo profesional” no puede suponer incremento del gasto público (disposición adicional segunda), es obvio que el coste del mismo deberá detraerse del que se destina actualmente al empleo público y, por tanto, conllevará la supresión de puestos de trabajo de empleados públicos. En la práctica, un alarmante proceso de privatización en toda regla de la gestión pública, que se pretende camuflar como una reforma para la profesionalización de la Función Pública asturiana.

Conceyu por Otra Función Pública n´Asturies

3 comentarios:

  1. Los cargos directivos deben ser funcionarios en todo caso. Es preciso terminar con tanto enchufismo y tanta puerta de atrás. El funcionario que demuestra preparación, experiencia y capacidad, debe tener la legítima aspiración de desarrollarse profesionalmente y aspirar a una CARRERA profesional en todos los aspectos, no meramente económicos.

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  2. Escribía Pérez Reverte, allá por 1998:

    "En el año 96, cuenta la crónica, se celebra una competición de remo entre dos equipos: el primero compuesto por trabajadores de una empresa española, y el otro por colegas de otra empresa japonesa. Apenas se da la salida, los japoneses salen zumbando, ¡banzai!, ¡banzai!, dale que te pego al remo, y cruzan la meta una hora antes que el equipo español. Entre gran bochorno, la dirección de la empresa española ordena una investigación y obtiene el siguiente informe: “Se ha podido establecer que la victoria de los japoneses se debe a una simple argucia táctica: mientras que en su dotación había un jefe de equipo y diez remeros, en la nuestra había un remero y diez jefes de servicio. Para el próximo año se tomarán las medidas oportunas”.

    En el año 97 se da de nuevo la salida, y otra vez el equipo japonés toma las de Villadiego desde el primer golpe de remo. El equipo español, pese a sus camisetas Lotto, a sus zapatillas Nike y a sus remos de carbono hidratado, que le han costado a la empresa un huevo de la cara, llega esta vez con dos horas y media -cronómetro Breitlin con GPS y parabólica, sponsor de la prueba- de retraso. Vuelve a reunirse la dirección tras un chorreo espantoso de la gerencia, encargan a un departamento creado ad hoc la investigación, y al cabo de dos meses de pesquisas se establece que “el equipo japonés, con táctica obviamente conservadora, mantuvo su estructura tradicional de un jefe de equipo y diez remeros; mientras que el español, con las medidas renovadoras adoptadas después del fracaso del año pasado, optó por una estructura abierta, más dinámica, y se compuso de un jefe de servicio, un asesor de gerencia, tres representantes sindicales (que exigieron hallarse a bordo}, cinco jefes de sección y una UPEF (Unidad productora de esfuerzo físico), o sea, un remero. Gracias a lo cual se ha podido establecer que el remero es un incompetente”.

    A la luz de tan crucial informe, la empresa crea un departamento especialmente dedicado a preparar la siguiente regata. Incluso se contratan los servicios de una empresa de relaciones públicas para contactos de prensa, etcétera. Y en la competición del año 98, los del sol naciente salen zumbando, up-aro, up-aro, todavía tienen tiempo para detenerse a hacerse unas fotos y comer pescadito frito, y llegan a la meta tan sobrados que la embarcación española -cuyo casco y equipamiento se había encargado para esta edición al departamento de nuevas tecnologías- cruza la meta, cuando lo hace, con cuatro horas largas de retraso. La cosa ya pasa de castaño oscuro, de modo que esta vez es la quinta planta la que toma cartas en el asunto y convoca una reunión de alto nivel de la que sale una comisión investigadora que a su vez, tres meses más tarde, elabora el siguiente informe: “Este año el equipo nipón optó como de costumbre por un jefe de equipo y diez remeros. El español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del grupo alemán Sturmund Drang, optó por una formación más vanguardista y altamente operativa, compuesta por un jefe de servicio, tres jefes de sección con plus de productividad, dos auditores de Arthur Andersen, un solo representante sindical en régimen de pool, tres vigilantes jurados que juraron no quitarle ojo al remero, y un remero al que la empresa había amonestado después de retirarle todos los pluses e incentivos por el injustificable fracaso del año anterior”.

    “En cuanto a la próxima regata -continúa el informe- esta comisión recomienda que el remero provenga de una contrata externa, ya que a partir de la vigésimo quinta milla marina se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla. Una dejadez preocupante, que se manifiesta en comentarios dichos entre dientes, entre remada y remada, del tipo: "anda y que os vayan dando" o "que venga y reme vuestra puta madre", y una actitud que incluso roza el pasotismo en la línea de meta”. "

    PUES ESO...

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    1. Genial Perez Reverte. Y tal cual (remero) me siento.

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