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miércoles, 3 de agosto de 2016

La meritocracia es un bien escaso en España


lamarea.com

La periodista Eva Belmonte desgrana en ‘Españopoly’ las estrechas relaciones de poder la clase polícia y empresarial y la importancia de haber estudiado en el Colegio del Pilar de Madrid.



¿Quién manda en España? La periodista Eva Belmonte lleva años obsesionada con esta pregunta. Para ello, a diario desgrana el Boletín Oficial del Estado (BOE) en su blog elboenuestrodecadadía.com. Belmonte dirige proyectos en la Fundación Civio, una organización sin ánimo de lucro que lucha por una sociedad más transparente y que ha colaborado en la edición de Españopoly (Ariel). En el libro, Belmonte hace un minucioso recuento de las relaciones de poder entre la clase política, empresarial y mediática que domina las estructuras en este país desde la Transición.
¿Quiénes y cómo son los jugadores de Españopoly?
Son hombres, son viejos, muchos han ido al mismo colegio y mantienen un entramado de asociaciones y fundaciones varias, como el Foro Puente Áreo o la Asociación Española de la Competitividad, que tiene como patrono al rey. Son en su inmensa mayoría hombres porque las empresas familiares suelen heredarlas los hijos varones.
¿Y cómo se entra en este club?
Hay varias vías. Puedes nacer en una familia con apellido ilustre, puedes ir a un colegio donde te mezclas con los hijos de estas familias como es el Pilar de Madrid, o puedes ascender a través de las filas de un partido político sin molestar a nadie. Claro que también hay gente que ha salido de la nada y ha llegado a hacer algo muy grande.
En el libro se nombra la impresionante cantidad de empresarios y políticos que estudiaron en el Colegio del Pilar en Madrid, como José María Aznar, Juan Miguel Villar Mir o Luis María Anson. ¿Sigue siendo el principal centro de formación de élites?
Sigue igual. Lo que pasa es que ahora las escuelas de negocios tienen un peso importante. Los nuevos líderes, los herederos, han estudiado fuera, en EEUU o Londres, donde han ido a escuelas de negocios. Se está creando un segundo núcleo en la educación. Hasta ahora sólo lo era el Pilar.
¿En estos centros de élite es más importante lo que te enseñan o los compañeros de clase que conoces?
Depende. Podemos pensar que en el Pilar tienen una educación estupenda y por eso de allí salen tantos ministros, pero no parece que sea un centro que destaque tanto por su calidad frente a otros. Por eso parece importante la red de contactos que se forja allí.
Como cuenta en el libro, también hay casos de gente que viene de orígenes humildes y se ha ganado una gran fortuna, como Amancio Ortega, que empezó con una pequeña tienda de textil para crear Inditex. ¿Al margen de las élites, funciona la meritocracia en España?
Muy poco. Todo el mundo cita siempre el ejemplo de Amancio Ortega porque no tenemos muchos más. Muchos grandes empresarios en este país han tenido un cargo público antes. Muchos empresarios que salieron durante la Transición habían tenido cargos públicos durante la época franquista. La meritocracia es un bien escaso en España, especialmente en lo privado pero también en lo público porque las estructuras de los partidos políticos son muy cerradas. El que crea conflicto es expulsado en seguida, incluso en los nuevos partidos. Al final triunfa el que menos molesta.
¿Para hacer negocios hace falta tener buenos contactos con la política?
Eso depende mucho del sector. En energía dependes mucho de los que hacen las leyes, también en la banca y los medios de comunicación. En construcción sin la obra pública no pasas de tener cinco empleados.
Cita ejemplos de periodistas que están vinculados a estas mismas élites, como Juan Luis Cebrián y Luis María Anson. ¿Es preocupante?
Sí. Los vínculos son preocupantes. Luis de Guindos, por ejemplo, estuvo en el consejo de administración de Unidad Editorial, que edita El Mundo, antes de ser ministro. En el de Prisa también hay expolíticos. Los medios dependen mucho de las ayudas públicas. La Junta de Andalucía paga a El País por repartir el periódico en los colegios públicos. Y luego está la publicidad institucional que no reparte siempre siguiendo criterios de audiencia. Ahora, en el debate sobre la reforma de la propiedad intelectual el Gobierno tiene un único interlocutor, que es la Asociación de Medios, donde sólo están los grandes de pago.
En el epílogo es muy crítica con la Ley de Transparencia y otras medidas que ha tomado el Gobierno en estas materia. ¿Por qué considera que son insuficientes?
Primero, porque no se considera el derecho al acceso a la información como un derecho fundamental como hacen otros países. Todos los ciudadanos tenemos derecho a saber qué hace el gobierno que hemos elegido con nuestro dinero. Se trata de una ley básica, ni siquiera es una ley orgánica. Luego la Ley de Transparencia tiene una lista tan larga y tan bestia de excepciones, como los “intereses comerciales”, donde entra lo que tú quieras que entre. Está en vigor desde septiembre y yo aún no he visto una buena respuesta a una solicitud de información.
¿Lo ha intentado también?
Todo el tiempo, tanto solicitudes propias como preguntas de los ciudadanos que mandamos a través de Civio. Hay algunas respuestas, pero muy pocas. Incluso sobre temas que ya han sido publicados a veces no dan respuesta. La ley es muy mala.
¿Dado que en otros países la transparencia funciona mejor, hay alguna explicación cultural a la reticencia en la clase política española?
Algo hay. En los países anglosajones, los ciudadanos tienen más claro que estos señores trabajan para mí, así que tengo derecho a saber qué están haciendo. Y los políticos allí saben que los casos de corrupción se van a penalizar y les pasan factura. En España a ningún gobierno le ha derrumbado un caso de corrupción. Aquí no te hace perder votos de forma clara. Eso tiene que ver con la división en dos bandos donde una acusación de corrupción es percibida por ambos lados como un ataque exterior. Así que hay una parte cultural y hace falta pedagogía para explicarlo. Yo creo que las leyes pueden cambiar la cultura. Lo hemos visto con la ley antitabaco. ¿Quién se hubiera imaginado que los españoles serían capaces de dejar de fumar en los bares? También el carnet de puntos ha reducido drásticamente el número de gente que bebe y conduce.
¿Qué esperanza le dan los nuevos partidos como Podemos o Ciudadanos que prometen cambiar estos defectos?
En términos de transparencia, Podemos está haciendo un ejercicio importante. Ciudadanos menos, tardan muchísimo en publicar su presupuesto. Habrá que ver qué pasa, pero yo no me fío de nadie hasta verlo. Me preocupa que en Podemos, si lleva un tiempo en el poder, veremos las mismas estructuras de relaciones previas, en su caso del ámbito de la universidad.
¿Cuáles deberían ser las primeras medidas en materia de transparencia del futuro gobierno?
Publicar las agendas de los altos cargos públicos para ver con quién se reúnen durante un proceso legislativo. Luego, hay que tomarse más en serio la Ley de Transparencia y dotarla de recursos. Y se deben abrir las instituciones y que más gente pueda participar en el proceso legislativo. Ahora, las leyes se publican una vez que está aprobado el proyecto ley.
¿Y el indulto?
Habría que eliminarlo. Yo entiendo que el indulto tiene sentido cuando las reformas penales no llegan a tiempo para determinados casos. En cualquier caso tiene que ser el poder judicial que los decida, como el Tribunal Supremo, pero no el gobierno.

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