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martes, 31 de octubre de 2023

El Principado tuvo que contratar los servicios informáticos por la vía de emergencia al detectar una situación de grave peligro

 El Gobierno del Principado de Asturias tuvo que acudir a la vía excepcional y extraordinaria de emergencia, sin convocatoria pública previa, para contratar la prestación de los servicios informáticos de la Administración y de sus organismos, empresas y entes públicos, al detectar una situación de grave peligro en la prestación de dichos servicios

Así aparece recogido en el anuncio de publicación de la adjudicación en el Diario Oficial de la Unión Europea de 21 de marzo de 2023, según el cual la situación de extrema urgencia detectada consistió en que “el contratista no está cumpliendo el contrato además de la imposibilidad del mismo para garantizar las medidas necesarias por razones de seguridad o indispensables para evitar un grave trastorno al servicio público o la ruina de lo construido o fabricado provocan el nacimiento de una situación de grave peligro”

Recordamos que el artículo 120 de la Ley de Contratos del Sector Público prevé la tramitación de emergencia cuando la Administración tenga que actuar de manera inmediata a causa de acontecimientos catastróficos, de situaciones que supongan grave peligro o de necesidades que afecten a la defensa nacional.

De esta forma, el contrato fue adjudicado de forma directa, sin convocatoria pública, por importe, IVA excluido, de cerca de ocho millones de euros

A juicio de esta asociación, el Gobierno debe dar explicaciones exhaustivas sobre las circunstancias concretas que concurrieron para que se entrara en esa situación de “grave peligro”, teniendo en cuenta que el funcionamiento de los servicios informáticos de la Administración afecta de manera  decisiva a la correcta prestación de los servicios públicos y al tratamiento y control de los datos personales de todas las ciudadanas y ciudadanos de Asturias.

El problema de fondo, entendemos, consiste en que la Administración asturiana, mediante la privatización completa de sus servicios informáticos, ha perdido su soberanía tecnológica y la capacidad de disponer del conocimiento técnico y de los recursos humanos y materiales propios necesarios para garantizar la seguridad informática y el respeto de los derechos de la ciudadanía.

La sociedad asturiana merece una respuesta rápida y suficiente sobre lo sucedido

jueves, 5 de octubre de 2023

La competencia para conocer la impugnación judicial de los procesos selectivos de personal laboral de las Administraciones y entidades públicas retorna a la Jurisdicción Social

 Severino Espina Fernández

Blog El Consumo

4/10/2023

Poco duró la claridad, como poco dura la alegría en casa del pobre.

La impugnación de los procesos de selección del personal laboral contratado por  Administraciones y entidades públicas ha sido tradicionalmente una cuestión compleja jugando una partida de tenis en ese lance de competencias dos órdenes judiciales: el contencioso-administrativo, cuya competencia venía respaldada por el argumento de fondo de su especialización para conocer los expedientes administrativos toda vez que  un proceso de selección de personal laboral al servicio de la Administración posee la especialidad de seguir un trámite procedimental sustancialmente distinto a la selección de personal laboral llevada a cabo por una sociedad mercantil, y el orden social cuya competencia ,paradójicamente,  también se defendía por razón de la especialidad en cuanto al régimen laboral de los sujetos afectados: el personal laboral se rige por la normativa laboral existiendo un contrato de trabajo regulado por esa normativa y un convenio colectivo aplicable cuyo contenido resulta fiscalizable, en caso de conflicto,  por el orden laboral.

Fueron muchas las sentencias que atribuían la competencia ora al orden contencioso-administrativo, ora al orden social si bien este último orden parecía triunfar por efecto de la redacción del art. 3 de  la Ley de Jurisdicción Social en su redacción anterior a la reforma operada en 2021 de la que se tratará y, fundamentalmente, por la interpretación de esa norma contenida en la Sentencia núm. 438/2019, de 11 de junio,  dictada en Pleno por la   Sala Cuarta del Tribunal Supremo que atribuyó la competencia para conocer a la jurisdicción social  estas cuestiones. 

Ello no fue visto con buenos ojos por una buena parte de la doctrina ni tampoco por  el legislador quien optó para zanjar el tema  mediante un atajo fulminante y contundente: a través de la disposición adicional vigésima de la Ley 22/2021, de 28 de diciembre de Presupuestos Generales del Estado para 2022, se introdujo una nueva letra f) en el art. 3 de la Ley Reguladora de la Jurisdicción Social,   a cuyo tenor resultaban excluidos de la competencia del orden social:

“[...]

f) Los actos administrativos dictados en las fases preparatorias, previas a la contratación de personal laboral para el ingreso por acceso libre, que deberán ser impugnados ante el orden jurisdiccional contencioso administrativo”.

El asunto ya estaba resuelto por fin: todas las actuaciones (otro problema ¿actos administrativos equivale a actuaciones?) relativas a procesos selectivos llevadas a cabo con anterioridad a la contratación del personal seleccionado volverían a conocerse por el orden contencioso-administrativo y las posteriores, por el orden social.

Parecía pacificarse el embrollo mediante esa disección de competencias en una solución salomónica: antes del contrato no existe relación laboral (la condición de empleado público en régimen laboral se adquiere precisamente en el momento de la firma del contrato), existen actos y actuaciones regidas por el derecho público (derecho administrativo) en cuanto a la formación de la voluntad de los órganos de selección y el expediente y  las actuaciones efectuadas deben fiscalizarse por juzgados y tribunales de lo contencioso-administrativo. Después de dicho momento, los asuntos deberán ser conocidos por el orden social. 

Pero no.

Promovida una cuestión de inconstitucionalidad por la Sala Octava de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, el Pleno del Tribunal Constitucional en su Sentencia 145/2022, de 15 de noviembre de 2022, arrojó un jarro de agua fría al intento de delimitar ope legis la cuestión competencial al estimar que la reforma operada de la Ley de Jurisdicción Social  no formaba parte del contenido propio o «núcleo esencial» de las leyes presupuestarias toda vez que “la atribución al orden jurisdiccional contencioso-administrativo de los «actos administrativos dictados en las fases preparatorias, previas a la contratación de personal laboral para el ingreso por acceso libre» no tiene relación directa con el contenido propio de las leyes presupuestarias, ni es complemento indispensable de las mismas.

 
En consecuencia, el precepto quedaba anulado volviéndose a la situación anterior hasta la fecha: el orden social es competente en cualquier cuestión que atañese a la impugnación de procesos de selección de personal laboral en Administraciones y entidades públicas.

Así con la supresión del apartado f) del art. 3 de la Ley 36/2011 de 10 de octubre, reguladora de la Jurisdicción Social, a través de la declaración de inconstitucionalidad y nulidad de la disposición adicional vigésima de la LPPGG para 2022, se da un giro de 180 grados retornando la situación anterior tal y como ratifica el TS en su Auto de 10 de enero de 2023 (Rec. 11/2022) dictada por su Sala Espacial de Conflictos de Competencia (F.D. 3º):

“El alto Tribunal (…) correlativamente concluye la declaración de inconstitucionalidad y nulidad de la disposición final vigésima de la Ley 22/2021, de 28 de diciembre, de presupuestos generales del Estado para 2022.

En consecuencia, erradicado dicho precepto del cuerpo procesal laboral, habremos de retornar a la situación precedente acuñada por la Sala, y que determinaba, por los razonamientos anteriormente indicados, residenciar la competencia en el orden social de la jurisdicción”.

Vuelta a la casilla de salida…..hasta la próxima reforma legal. 

miércoles, 4 de octubre de 2023

ALEJANDRO NIETO, IN MEMORIAM



Posted by Julio González García | Oct 3, 2023 


Alejandro ha fallecido en el día de hoy. 

Un jurista excepcional, como todos hemos tenido ocasión de comprobar ya sea en sus publicaciones ya sea en unas conferencias en las que no dejaba indiferente a nadie.

Su tesis doctoral sobre la “Ordenación de pastos, hierbas y rastrojeras” (1959), o su tan citado Bienes Comunales, de 1964 (con sus estudios muchos años después sobre el pleito de los bienes comunales de los montes de Toledo); anticipaban una calidad jurídica excelsa, que llega hasta sus últimos trabajos jurídicos.

Si hacemos un breve recorrido por su ingente producción científica, hay que citar sus obras más emblemáticas: la articulación de un Derecho administrativo sancionador proviene de su monografía y el “Arbitrio judicial” (2002) es la muestra de la mejor teoría del derecho. En este punto, también fue pionero su estudio sobre la inactividad administrativa y sus mecanismos de superación. 

Pero Alejandro es, también, un excelente conocedor de nuestra historia, desde la microhistoria de Tariego de Riopisuerga (1751-1799)  a su monumental Historia de la Regencia de María Cristina de Borbón -que le valió el Premio Nacional de Ensayo-, con su complemento sobre “los sucesos de Palacio” de 1843 -discurso de entrada en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo un cuadro severo de Isabel II, protagonista de dichos sucesos-, al excelente libro sobre Mendizábal, o su antiguo estudio de Plinio. 

Historia y derecho fueron unidos. Sus “Estudios históricos de Administración y derecho administrativo” son un ejemplo excelente de lo que es pensamiento analítico y crítico de la evolución del Derecho administrativo y su captura por los abogados en detrimento del interés general. En esta línea, también se encuentra el Derecho como límite del poder en la Edad Media.

De igual forma, el Derecho extranjero recibió su interés, tanto el estadounidense como el alemán o el francés. Y también hay que citar el género epistolar, en sus cartas con Tomás Ramón Fernandez, que dieron lugar a ese magnífico libro, “El Derecho y el revés”. Un género que no dejó de cultivar en privado con algunos de los que le hemos acompañado.

Un gestor público de la Universidad -Director de Departamento, Decano y Vicerrector en diversas universidades- y de la ciencia, siendo Presidente del CSIC en la transición. Asimismo, un gran conocedor de la Administración, su modernización, la burocracia y la administración prusiana. Pero son capitales (por usar una expresión tan suya) los trabajos sobre el desgobierno, judicial y de la administración, de lo público en general, y sobre la corrupción en la España democrática

Incluso, hay que recordar que fue un adelantado en el uso de la informática en las facultades de derecho aunque siguiera escribiendo las primeras versiones de sus escritos con su pluma. La calidad literaria tiene ahí su fuente.

Como se puede ver en estas líneas, su producción es inabarcable y un ejemplo para todos sus discípulos; incluso cuando renegaba del derecho, las leyes y los jueces. En los últimos tiempos, su interés jurídico (que no era el prevalente, ya que tenía un pie y medio en la historia) estaba en el Derecho practicado, más allá de las normas y las teorías. La última tesis que dirigió,  la de Roser Andreu, precisamente, es un ejemplo de ese derecho practicado en el campo de la transparencia administrativa.

Y sus escritos en los medios de comunicación, reflejan el desgarro por lo que él veía de desgobierno de lo público. Su “España en astillas” es un recopilatorio muy recomendable.

Su carácter universitario, se ve, entre otros aspectos, en que fue el impulsor de un seminario que pasó por diversas etapas en todas las Universidades en las que estuvo y que, en lo que hemos vivido en la UCM, que ahora dirige Carmen Chinchilla, es espectacular y que servía para que sometiéramos todo a la crítica. La cura de humildad del universitario que vive en su burbuja. Eso también era enseñanza universitaria. Haber sido director de departamento, decano y vicerrector muestra lo relevante que era para él hacer que otra universidad fuera posible.

En este sentido, el despacho 428 de la Facultad de Derecho de la UCM, nuestro despacho, el de Margarita, Alejandro y mío, fue testigo de muchas conversaciones a cada cual más interesante. Un despacho que también recuerda las primeras sesiones del seminario UCM y en las que hay que recordar a Jordi Nonell. Una experiencia que todos cuentan por igual en todas las Universidades en las que estuvo, en La Laguna, en la Autónoma de Barcelona o en Alcalá, antes de llegar a la UCM. Avelino Blasco, puede dar pruebas de ello en su paso por la UAB y Alcalá.

Para mí, no era sólo mi director de tesis. De hecho, aunque me marcó como jurista y como profesor de universidad e incluso como gestor público (recuerdo ese cuadro de juristas que me regaló cuando me nombraron Secretario General de la UCM, “para que te vigilen en el día a día” me dijo cuando me lo dio) no es lo más relevante.  

Nuestra relación es de hace muchos años, los que yo tengo, en donde él dio lo mejor que tenía; que era mucho. Estuvo en todos mis momentos universitarios y personales importantes, los buenos y los malos. Esto habla de su gran generosidad personal, incluso para perdonar mis ausencias excesivas de estos años. Una amistad que es equivalente a la familiar, aunque sea por el hecho de que mis padres y Alejandro y Erna compartieran piso en Madrid. 

Pero esto se transformaba, además, en una gran generosidad intelectual para forzarme a dar un paso más y no quedarnos en lo conocido, algo que iba más allá del derecho y lo que estuviera escribiendo en ese momento. El valor de dudar y el valor de criticar. No valía el siempre se ha hecho o dicho así. Ese valor intelectual, al tiempo que su capacidad para reinventarse, es una enseñanza imperecedera.

Por ello valoro mucho el sentido de la amistad que desarrollamos especialmente en aquellos viajes en coche después de las clases. La amistad es crítica, es de consejo, de comprensión y de conversación. Esto fue lo que tuvimos en el último viaje que hicimos juntos, un regalo que tuve desde Granada, hablando de todo y de nada y de lo que nos estaba ocurriendo. 

Por ello, el sentimiento es el de una inmensa tristeza y el de la fortuna por lo vivido y aprendido.