20.04.2016
Luis Fanjul Olano. Oviedo, LNETras la publicación de mi carta con el título "Oposiciones imparciales", de fecha 10 de marzo de 2016 por casualidad del destino, en portada de LA NUEVA ESPAÑA del 12 de marzo se lee el siguiente titular "El Supremo tumba una oposición de médicos por filtrar preguntas". En este mismo diario, del día 13 de marzo, en portada, se lee el titular "Las preguntas de las oposiciones serán secretas para evitar amaños", y aquí fue donde me vino el ataque de risa. Es decir, que yo estaba en lo cierto, en las sospechas de lo que denunciaba en mi anterior carta: se está reconociendo que antes las preguntas no eran secretas y que efectivamente había amaños. ¿Hasta dónde se puede llegar?
Evidentemente, las preguntas no tienen que ser secretas, tienen que ser desconocidas. Es tan fácil como el juego del bingo, introduces los números de los temas de oposición en un bombo y que salgan por sorteo los que toquen: eso es la insaculación, y para más garantía de pulcritud en los exámenes, éstos deberían efectuarse en papel seriado y numerado, con marca de agua y, naturalmente, emitido por la Real Casa de la Moneda y Timbre, porque si se deja en manos de estos practicantes del sectarismo y del nepotismo son capaces de encargarlos a alguna imprenta de su corrupto entorno y emitirlos por duplicado con el fin de que sus preferidos, pasado el examen, puedan cambiarlo por otro correctamente expuesto.
Al final de cada examen el secretario del tribunal debería emitir un acta haciendo constar que en el presente examen se han utilizado los folios de la serie que corresponda, de tal número a tal número, y verificado por los propios examinados, y de ese modo se acabaron el compadreo, las filtraciones y los amaños. No parece que sea tan difícil si realmente se quiere hacer.
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