Severino Espina Fernández
Funcionario del Cuerpo Superior de Administradores del Principado de
Asturias
Imaginemos que unos gobernantes
cualesquiera se pusieran a construir y, posteriormente, a demoler estaciones de
tren o edificios universitarios o destinados a Juzgados. Que ampliasen puertos,
alargando y construyendo inmensos e innecesarios diques en el mar, a costa de destruir bonitas y emblemáticas
playas. En fin; imaginemos, ya en el colmo de los dislates, que dedicasen a excavar
enormes y costosísimos túneles y agujeros por debajo de las ciudades sin darles
utilidad alguna ¿No pensaríamos que estamos ante presuntos delincuentes o
verdaderos psicópatas? ¿Puede tener alguien un mínimo de conciencia y permitir
esto? En teoría no. Todos nos indignaríamos si, en abstracto, nos presentasen
estas crudas situaciones.
Sin embargo lo tenemos a la
vista. En nuestras propias narices. En Gijón. El Juzgado de Prendes Pando, en
medio de la ciudad y por tanto en una localización privilegiada, cerrado a cal
y canto, sin que se sepa que destino vaya a darse. Con anterioridad se
construyó el Edificio de los Juzgados de Poniente. Apenas duró unos años en
funcionamiento y sigue sin tener claro su destino y dedicación. Mientras tanto,
los Juzgados actuales se encuentran ya no tan céntricos y en unas dependencias
que distan de ser cómodas tanto para los
ciudadanos como para los trabajadores. Aún las sedes judiciales son un problema
en Gijón ¡Con dos enormes edificios de Juzgados cerrados!
Sobre el fiasco de la ampliación
del Musel, 600 millones de euros ha costado la construcción de un dique vacío, la
guinda la ha puesto el informe elaborado por la Oficina Europea Contra el Fraude (OLAF) y la
exigencia de la Comisión Europea para que se devuelvan los 198 millones de
euros malgastados con los que la Unión Europea subvencionó esta obra, a través
de los Fondos de Cohesión.
En lo que respecta a las
Estaciones de Tren en la ciudad, el comportamiento de los gobernantes ha sido
vandálico.
Se han comportado como unos
verdaderos salvajes. Nadie hasta la fecha ha dado una explicación coherente de
cómo se llegó a construir la denominada “Estación Jovellanos”, estación al lado
del Barrio de Moreda, y porqué -tras su
etapa como edificio de Correos y dormitorio de transeúntes- se dejó pudrir,
demoliéndose posteriormente y esfumándose así muchos cientos de millones del
contribuyente en una infraestructura ferroviaria inútil y absurda pero en cuyo
edificio podrían tener cabida otros usos.
Tampoco se ha dado explicación
alguna sobre el apresurado traslado del servicio ferroviario de viajeros desde
la céntrica Estación del Humedal a la más distante Estación “provisional” de
Laviada-Moreda-Sanz Crespo ¿Tanta prisa había? ¿Qué intereses existían para
someter a los viajeros a este duro peregrinaje? Desde luego, si la causa de esa
improvisada mudanza hubiese sido la construcción de una Estación Multimodal ese
mismo argumento podría servir ahora para devolver la funcionalidad a la
Estación del Humedal puesto que está claro que los gijoneses ¡con mucha suerte! tendremos que esperar varios lustros para ver
funcionando algo que, de verdad, se parezca a una Estación de Tren o de
Autobuses digna de una ciudad con más de un cuarto de millón de habitantes.
Ahora lo que se trata es de
validar los hechos consumados y, en una carrera loca de desatinos, lo que
tratan es de hacer una política de tierra quemada; esto es, de no poder
rectificar decisiones erróneas y, lo que es más grave, de que nadie lo pueda
hacer. Sólo así me explico la celeridad de demoler la antigua Estación del
Humedal, edificio que no está afectado por ningún vicio estructural y que puede
ser recuperado para el uso que tenía o ser compatible con otros usos ¿Acaso comenzarán
de modo inminente las obras de una nueva Estación justamente en el espacio del
edificio? ¿Quizá les falta suelo para construir en el enorme solar que hay al
lado? Más bien, lo que se tiene es mala conciencia y una necesidad apremiante
de destruir una joya que teníamos los gijoneses: una estación de tren que
llegaba al corazón de la ciudad. Son unos vándalos.
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