El presidente Adrián Barbón redobló, en su última comparecencia pública del año, los ataques a la burocracia y a las burócratas, que serían la amenaza, según él, para que "la política sea útil". De acuerdo con lo señalado por algunos medios, el Sr, Barbón llegó a afirmar que la Comunidad Autónoma estaba condicionada por "burócratas que viven felices mareando papeles"
Pero, ¿de qué burocracia y de qué burócratas está hablando el presidente del Principado? La burocracia incluye, por definición, los procedimientos administrativos para tramitar las prestaciones y servicios públicos a los ciudadanos y ciudadanas, la organización administrativa establecida con ese fin y los medios personales, es decir, los empleados públicos disponibles a tal efecto. Dicho de otro modo, la burocracia, en cuanto organización regulada por normas que establecen un orden racional para gestionar los servicios públicos, es la propia Administración Pública.
Por tanto, el Sr. Barbón, cuando ataca a la burocracia y a los burócratas, está cuestionado directamente la organización y funcionamiento de la Administración Pública que dirige como máximo responsable del Gobierno asturiano. ¿Qué ha hecho el presidente para reformar lo que funciona mal, organizando mucho mejor los medios materiales y personales y depurando los procedimientos administrativos de trámites innecesarios, redundantes o solapados con otros?
Dice el presidente del Principado que se ha dado cuenta tarde de la "amenaza de la burocracia". Peor nos lo pone. La organización y funcionamiento de la Administración Pública asturiana es responsabilidad exclusiva de su Gobierno y si en los casi cuatro años que lleva al frente de aquella no ha conseguido implantar cambios sustanciales, más de allá de anunciar planes y proyectos que nunca terminan de concretarse, quien debe asumir el fracaso es exclusivamente él y su consejeras y consejeros, no esconderse detrás de una crítica populista y demagógica que, además, desprestigia de forma injusta e innecesaria a las y los trabajadores de la Administración asturiana. Justo lo que quieren los amigos de las privatizaciones y de la desregulación ( en beneficio de sus intereses económicos particulares, por supuesto)
Si los expedientes de valoración de la dependencia, los de subvenciones al alquiler o los de pago de los anticipos de las ayudas PAC a agricultores y ganaderos, por citar algunos concretos, llevan retrasos inadmisibles, que están lesionado gravemente derechos sociales y económicos básicos de miles de personas, o si se incrementan las listas de espera quirúrgicas o de acceso a establecimientos residenciales para ancianos; ¿ cómo es posible que el Gobierno de Barbón no haya articulado, en estos últimos cuatros años, medidas organizativas, procedimentales y de gestión de recursos humanos para hacer frente, de manera real y efectiva, a estos graves problemas burocráticos?
Pero es más fácil esconderse detrás de una crítica de brocha gorda a la burocracia y a los burócratas, es decir, a la Administración que él mismo dirige y a sus trabajadores públicos; que reconocer el fracaso propio.
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