O frenamos la obsolescencia programada o ya por fin pongamos una fecha de caducidad a nuestro planeta.
5/08/2018
¿Somos una sociedad civilizada? Una pregunta que llama a la reflexión acerca del alto costo que generamos al medio bajo el lema de progreso, esta obsolescencia programada tan intrínseca en nuestras vidas y tan poco visible en la conciencia humana.
Dentro del área de mi competencia, la informática reconozco que me he comportado de una manera autómata programada, he dicho tantas veces: esta máquina te va a durar año y medio o dos, sin siquiera plantearme el por qué debía de durar solo eso, en cierto grado me siento molesta conmigo misma, por no haberme cuestionado algo que parece tan evidente.
Independientemente a la gran depresión que es cuando se crea esta normativa de definir la vida útil de los artefactos creo que el fin no justifica los medios cuando justamente en ese proceso se atenta contra la degradación del medio ambiente destruyendo la única casa común que tenemos para habitar.
Si para ganar 15$ debemos generar baterías que llevarán 400 años en degradarse afirmo que el costo beneficio es absurdo, gastaremos más dinero en tratar de enmendar el medio contaminado, y he ahí cuando pasamos el paquete a otra industria, industria que en teoría intenta buscar soluciones medio ambientales pero que a su vez necesita de la misma tecnología que la degrada, estamos de verdad dentro de un círculo vicioso tan bien diseñado que es imposible huir de él, todo esto sin mencionar la gran diferencia en número de industrias que crean productos contra un bajísimo número de industrias recicladoras de materiales no biodegradables.
Existen ocasiones en que la palabra conspiración resulta amplia y poco aplicable, sin embargo, es un calificativo que describe perfectamente al atentado contra el consumidor, su economía y por sobre todo el medioambiente.
Cuando aludimos ECO TECNOLOGIA en referencia a un simple ejemplo de la reducción del uso del papel mediante las facturas digitales creo que nos estamos engañando de nosotros mismos incluso siendo un tanto cómplices del esquema maquiavélico que se ve apoyada por estas acciones inconscientes nuestras como “queriendo tapar el sol con un dedo”, no obstante considero que acciones que sumen en pos de una reducción del abuso al medio ambiente deben ser prácticas a ser instauradas en nuestras familias y círculos más cercanos para poder volcarlas a la sociedad y por otra parte el de poner en conocimiento a nuestro entorno directo de las arbitrariedades cometidas dentro de las industrias, especialmente las tecnológicas conforme a la obsolescencia programada.
Por cuanto a educación se refiere y dentro del aula evidentemente las prácticas pedagógicas deben cambiar mediante un trabajo tal vez un tanto silencioso pero muy significativo desde la generación de conocimiento y ayudar a discernir en función a un juicio crítico y lectura real del acontecer social y tecnológico, no obstante la utopía se hace cada vez mas presente en esperar que los estamentos gubernamentales puedan frenar este sistema de obsolescencia programada.
Ha sido tanto el avance de este sistema que incluso se puede evidenciar la tipología del mismo clasificando en:
La obsolescencia programada propiamente dicha: prever una duración de vida reducida del producto, si fuera necesario mediante la inclusión de un dispositivo interno para que el aparato llegue al final de su vida útil después de un cierto número de utilizaciones.
La obsolescencia indirecta: deriva de la imposibilidad de reparar un producto por falta de repuestos o piezas de recambio adecuadas o por resultar imposible la reparación (por ejemplo, el caso de las baterías soldadas al aparato electrónico).
La obsolescencia funcional por defecto: un componente falla y todo el dispositivo deja de funcionar.
La obsolescencia por incompatibilidad, por ejemplo, cuando un programa informático deja de funcionar al actualizarse el sistema operativo. Guarda relación con la del servicio posventa, en el sentido de que el consumidor será más proclive a comprar otro producto que a repararlo, en parte debido a los plazos y precios de las reparaciones.
La obsolescencia psicológica, derivada de las campañas de mercadotecnia de las empresas encaminadas a hacer que los consumidores perciban como obsoletos los productos existentes.
La ropa es un ejemplo común de obsolescencia estética. La obsolescencia estética. Cuando un producto es reemplazado por cuestiones de moda o diseño. Es bastante frecuente en la ropa, debido a las modas que cambian con rapidez, aunque también puede extenderse a los electrónicos, como los smartphones.
La obsolescencia por notificación, típica de las impresoras que convierten en obsoletos los cartuchos de tinta, previo aviso.
La obsolescencia por caducidad reduce artificialmente la vida de un producto, por ejemplo, en la industria alimentaria, acortando las fechas de caducidad o de consumo preferente aunque todavía sea perfectamente consumible sin riesgo alguno para la salud.
La obsolescencia ecológica. Bajo el argumento «verde» se justifica el abandono de los dispositivos antiguos aún en perfecto estado, para promover la compra de nuevos productos bajo el argumento de que son menos agresivos al medio ambiente., aunque también promueven un aumento significativo de residuos que no pueden ser siempre adecuadamente eliminados. Esta última categoría está altamente relacionada con el greenwashing o lavado de cara «verde» empresarial.
Es decir, tenemos todos los justificativos para dejar obsoleto cuanto exista, pero el ambiente también va quedando obsoleto, solo que es un componente que no podemos reemplazar por otro, la programación, es decir la vida útil del medio lo estamos poniendo nosotros, con cada acción.
O frenamos la obsolescencia programada o ya por fin pongamos una fecha de caducidad a nuestro planeta.
Marlene Candia Sosa. Universidad Tecnológica Intercontinental. Encarnación - Paraguay
Fuente: OEI
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