Holacracia: el fin de las jerarquías
Hoy hablamos de
holacracia, un sistema radical de organización empresarial que pretende
romper moldes burocráticos y estructuras directivas y cambiar los
actuales sistemas de dirección. ¿Cómo podríamos definirlo en unas pocas
líneas? La holacracia se basa en la ausencia total de cargos, directivos
o jerarquías, y en el trabajo en "círculos" en una estructura
totalmente plana en un entorno de transparencia radical. Enrique Dans lo
define muy bien en esta entrada y en este informe-comic explican los conceptos esenciales.
La holacracia
(holacracy si buscáis en Google) pretende aprovechar al máximo el
liderazgo y la capacidad emprendedora de cada trabajador, promoviendo el
trabajo en pequeños grupos autosuficientes, interconectados y
coordinados, sin cargos directivos ni jefes, y basado en la
responsabilidad mutua. La organización se centra en las tareas, y
requiere un cambio cultural muy importante. ¿Os lo imagináis en el mundo
sanitario? Sería muy difícil, pero quizás si podemos aprender
determinadas cosas de holacracia para aplicarlas a nuestro entorno.
Los problemas derivados de la estructura organizativa aparecen perfectamente explicados en este gráfico que hemos visto en el blog de la web oficial de Holacracy. Filias y fobias, amistades, problemas del pasado, etc. Al final todo afecta...
¿Y qué ocurre
con los puestos de trabajo? En la holacracia, no hay puestos de trabajo
sino roles, y los roles se agrupan en "círculos" (término muy de moda).
Cada círculo tiene autonomía para crear y ejecutar sus procesos y
también para elegir a sus miembros. Y claro, todos podríamos empezar a
pensar en los problemas
que este tipo de organización en un centro sanitario. El primero surge
por la capacidad de elección de los miembros de cada círculo: ¿qué
ocurre con las personas a las que nadie elige? De hecho, aplicando este
principio a nuestro día a día: si pudieras elegir a las personas de tu
equipo, ¿contarías con todas o dejarías a alguna fuera? Una reflexión
muy en la línea de esa frase que a veces se escucha: "cuando fulanito no
viene a trabajar, todo va mejor".
Otra gran duda
procede de la estructura plana, ya que si todos somos iguales y no hay
jefes, se acabó la carrera y el desarrollo profesional. Lógicamente,
holacracia propone que en un entorno tan ágil y cambiante, en el que los
círculos se adaptan rápidamente, esa dinámica motiva al trabajador.
Pero, ¿ocurriría eso en la vida real? ¿O todos quieren mejorar
profesionalmente? En holacracia, los roles tienen asignados una
retribución y es el profesional el que va mejorando y cambiando de rol a
rol, pero sin mando ni poder.
¿Es positivo un
cambio de cultura tan radical? ¿Y los valores clásicos de la
organización? Este es quizás el gran escollo de holacracia, ya que una
cultura tan implantada y asentada, es muy difícil de cambiar a corto y
medio plazo. Incluso a largo plazo podríamos decir, y hace falta que los
trabajadores se la crean, la asuman y la hagan propia. Algo difícil de
imaginar en el mundo sanitario. Además, el hecho de que llegue alguien
(el iluminado, como muchos dirían) y empiece a implantar un modelo no
jerárquico, ya es una contradicción ya que lo pondrá en marcha mediante
el "ordeno y mando".
Entonces, ¿que
podemos aprender de este modelo? Lo primero, reducir la jerarquía, al
menos una jerarquía tan marcada como la sanitaria, y promover espacios
de trabajo coordinado, con tareas bien definidas y procesos bien
diseñados. Además es esencial permitir la participación del profesional
en las decisiones del día, aunque haya jefes y mandos, pero no una
participación al más puro estilo sindical, nos referimos a algo más
operativo, de cara a definir los procesos y mejorarlos. No imponer, sino
cocrear. Quizás una jerarquía más ágil o más democrática sería la
solución.
Como todos los modelos radicales, hay mucho escepticismo
alrededor, pero incluye algunas ideas interesantes como ya hemos visto.
De hecho, reducir la burocracia y la estructura jerárquica del mundo
sanitario ya es un buen comienzo. Aunque realmente, eliminar los jefes
de golpe suena más bien a una utopia que a algo que vaya a funcionar,
pero nos sirve para poner sobre la mesa una gran pregunta: ¿tenemos
buenos jefes en el mundo sanitario? Holacracia no va a resolver nuestros
problemas, pero ayuda a reflexionar.
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