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lunes, 27 de abril de 2020

Actualidad de Juan Andrade





Javier Álvarez Villa

Recordar hoy al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) puede verse como un ejercicio de nostalgia sobre el fracaso de un proyecto idealista de sociedad sin clases en una España dominada por los señoritos y las sotanas. Pero, seguramente, varios de los problemas fundamentales que debía resolver la “república democrática” según Andreu Nin, a saber, el de la Iglesia, el de la tierra, el del ejército, el de la magistratura y el de Cataluña (ver La revolución española, 1930 – 1937, Diario Público, 2011) siguen todavía abiertos y enquistados.

Pero si traemos a colación al POUM es para contextualizar a uno de sus más significados dirigentes, Juan Andrade, en cuanto autor del libro La burocracia reformista en el movimiento obrero, ampliamente glosado por Alejandro Nieto en su monumental obra El pensamiento burocrático (Editorial Comares, 2011). Dentro del pensamiento burocrático marxista, se trata de “un alegato brillante contra la burocracia y el burocratismo, cuyo mayor mérito consiste, sin embargo, en poner al descubierto el papel histórico que la Burocracia ha jugado siempre dentro del movimiento obrero, a saber: el encarnar el reformismo ideológico y político, que desvía los auténticos intereses de la clase obrera”

Andrade lleva a cabo un análisis demoledor de la burocracia política y sindical en su libro publicado en el año 1935, pero también y en paralelo, de la burocracia administrativa del aparato del Estado, con una resonancia que llega hasta la actualidad y que sigue siendo pertinente para comprender el fenómeno burocrático contemporáneo.

De la burocracia sindical, Andrade afirma que “constituye una casta independiente dentro del movimiento obrero, que la eleva y la mantiene”. Aunque los sindicalistas han salido de la clase obrera, su trabajo cotidiano los convierte en funcionarios sindicales con mentalidad pequeño burguesa. Dentro de esa burocracia sindical, distingue varios tipos burocráticos: la de los arribistas, que ven en la organización sindical o política la oportunidad para hacer carrera,  los de mentalidad y aspiraciones limitadas a mantener el sueldo y demás prebendas otorgadas por su sindicato, y la del gran burócrata, que es “el encargado, por mediación de la actividad política, de servir francamente los intereses burgueses en el seno del movimiento obrero”

Juan Andrade realiza una disección minuciosa de la psicología del burócrata sindical, afirmando que “cuánto más se identifica el burócrata con la función estrictamente administrativa, más se momifica y achabacana...Va colocándose por encima de los que fueron sus compañeros de clase, busca amistades en otro medios, abandona sus hábitos y costumbres y se convierte en perfecto pequeño burgués”

En cuanto a la táctica de los burócratas sindicales, tratan siempre de hacerse insustituibles en los cargos, confunden sus intereses personales con el de las organizaciones, tienen un concepto gregario de las masas obreras, rehuyen la asistencia a las asambleas de trabajadores, cultivan el sentimiento idolátrico de estos, haciéndoles creer que los avances laborales dependen de sus gestiones personales.

Todo ello, lleva a Andrade a concluir que el elemento esencial de la Burocracia obrera es su tendencia reformista: no sirve a los intereses revolucionarios del proletariado, sino a la colaboración con la burguesía que defiende la socialdemocracia: “ El principal sostén social en la burocracia sindical es la aristocracia obrera. El burócrata interpreta los intereses y egoísmos de los obreros que por el mismo proceso de desarrollo capitalista se encuentran en situación privilegiada en relación al conjunto de sus hermanos de clase”

Como advierte de forma clarividente Alejandro Nieto, Juan Andrade y el POUM odian la organización burocrática de los partidos socialista y comunista y de sus centrales sindicales (la UGT). Nieto recuerda que unos pocos años después el POUM fue liquidado sangrientamente en las calles de Barcelona “- y luego en las cárceles – bajo un gobierno presidido por un socialista y con la participación directa y eficaz de los comunistas; en un ambiente oficial enemigo o inhibido, el POUM sólo encontró apoyo, aunque insuficiente, en el anarquismo...”

En cuanto a la Burocracia estatal – administrativa -, Andrade señala que su característica más destacada es su conservadurismo, que es, en palabras de Nieto, tanto un fenómeno social como personal. Los burócratas proceden generalmente de la pequeña burguesía y de la clase media y encuentran refugio en la Administración Pública, que les ofrece cobijo frente a las crisis permanentes del sistema capitalista. El Estado les ofrece el privilegio de la inamobilidad del puesto, frente a la inestabilidad laboral de la clase proletaria, fortaleciendo con ello su posición de freno frente a los avances y las medidas más progresivas y a cualquier innovación que pudiera perjudicarles.

No obstante, Andrade advierte, con gran perspicacia a mi juicio, que la Burocracia no es una unidad homogénea, pues dentro de ella hay sectores que se proletarizan y que, por tanto, no constituyen instrumentos de opresión del Estado capitalista frente a la clase trabajadora.

Muy interesante también resulta su reflexión sobre los altos funcionarios como estructura de poder con intereses propios, que obstruye, e incluso sabotea, cualquier política progresista que quiera desarrollar un gobierno radical. Así, en la experiencia del Gobierno republicano socialista español, “la alta burocracia ha sido de los mayores obstáculo que se opusieron en su camino”

La solución, para Juan Andrade, pasa por un cambio radical que suprima la “Burocracia de los derechos adquiridos”





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