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domingo, 11 de febrero de 2018

Reivindicando a Miliband (I)



Javier Álvarez Villa

La deriva de los partidos socialdemócratas europeos hacia posiciones accesorias, cuando no marginales, en Alemania, en Francia y, ahora, en España, ha sumido a sus líderes y teóricos de cabecera en un desconcierto intelectual del que solo fluyen explicaciones circulares y tautológicas para  la desafección de las mayorías sociales con su programa político.

Quizá, por ello, ahora más que nunca esta mezcla compungida de líderes y teóricos debería oxigenarse con la lectura del gran sociólogo británico Ralph Miliband, quien a finales de la década de los 60 del pasado siglo diagnosticó de una forma extraordinariamente certera los planteamientos “revisionistas” del laborismo anglosajón y las causas y las consecuencias de las políticas tibias y complacientes con los amos del capitalismo allí donde gobernaron los socialdemócratas y donde fueron alternativa a los partidos conservadores.

Encontrar hoy en España a la venta El Estado en la sociedad capitalista es una tarea prácticamente imposible, por lo que el lector inquieto y atento sólo puede adquirirlo por encargo traído de México. Se trata de un síntoma relevante sobre el grado de entumecimiento intelectual de este país, en el que la crítica más conspicua eleva a la cumbre del pensamiento alternativo a verdaderos bodrios ininteligibles o abiertamente inocuos, consumidos por una minoría de entendidos encantados de conocerse.

El Estado en la sociedad capitalista, el libro publicado por Miliband en 1969, discurre por otros derroteros y tiene otras ambiciones. Va dirigido a ofrecer a todos los que tengan la inquietud de comprender el mundo en el que les ha tocado vivir, con la claridad y elegancia literaria que solo alcanzan unos pocos sabios, una teoría del Estado en la que se cuestiona de forma radical y completa la concepción liberal o democrático – pluralista de la sociedad y de la política, al resultar manifiesta y profundamente falsa.

La concepción democrático – pluralista dominante en las democracias representativas postula que el poder en estas sociedades se encuentra dividido, fraccionado, entre diferentes grupos con intereses contrapuestos, de tal manera que ninguna de ellos puede convertirse en un poder políticamente decisivo. El Estado en la sociedad capitalista demuestra que el poder económico concentrado en unas pocas manos y en una élite de “hombres de negocios” o “clase imperante”, no solo influye en la acción del Estado sino que es un poder decisorio.

Miliband es un pensador marxista, pero también un socialista convencido, es decir, aspira a un orden socioeconómico distinto y más justo que el capitalismo avanzado de nuestro tiempo, pero compatible con el pluralismo político. Ello le obliga a superar la concepción del Estado marxista que se había quedado congelada en El Estado y la revolución de Lenin como artefacto del despotismo de clase, con la excepción de algunas aportaciones relevantes posteriores de Antonio Gramsci, para abordar el problema del Estado en función de la realidad social, económica, política y cultural de las sociedades capitalistas modernas, caracterizadas por la extensa y profunda industrialización y la propiedad y control privado de la mayor parte de los medios de la actividad económica.

A pesar de que la intervención del Estado en la economía se fue incrementado de forma progresiva con el desarrollo del llamado Estado del Bienestar, Miliband observa que el capitalismo avanzado es “prácticamente sinónimo de empresa gigantesca” y que el dominio de los sectores claves de la industria, las finanzas y el comercio se estaba concentrando en un número relativamente pequeño de macroempresas, fuertemente conectadas y de carácter transnacional, pronosticando con un acierto pleno, como ahora sabemos, que ese dominio de la economía capitalista por las empresas gigantes se haría aún más pronunciado en los años futuros.

La intervención del Estado en la economía no solo no servía para frenar este proceso de concentración y dominio, sino que, más bien, tendía a acelerarlo. La obra de Miliband dedica uno de sus estudios principales a analizar la enorme importancia política de esta concentración del poder económico privado y su influencia decisiva sobre la actividad del Estado. Esa estructura económica característica del capitalismo avanzado tiene consecuencias en la estructura social. De entrada, una muy relevante: la existencia de élites que controlan los principales sectores de la actividad económica.

Frente a los ideólogos de la “desaparición de las clases” o de la sociedad sin clases, Miliband es contundente: la vida económica y política de las sociedades capitalistas está “determinada primordialmente por la relación, nacida del modo de producción capitalista, por estas dos clases: la que es dueña y controla y la clase trabajadora”

Todo ello, sin perjuicio de la gran complejidad y densidad de estas sociedades, sobre la que el sociólogo británico realiza una serie de interesantes precisiones: la existencia de una clase grande y creciente de profesionales liberales, integrados en la “clase media”; el crecimiento extraordinario de una clase de trabajadores de oficina; la importancia de lo que llama “trabajadores culturales” (escritores, periodistas, intelectuales de distinta clase etc.) o las personas dedicadas profesionalmente al gobierno del Estado ( políticos, burócratas, jueces o militares)

Una obra como El Estado en la sociedad capitalista, en la que se analiza la estructura del poder económico, de las instituciones fundamentales del sistema estatal y de la composición de la “élite estatal”, de los fines y papeles que desempeñan los gobiernos en el capitalismo avanzado, de las actividades de la burocracia, del ejército y de las fuerzas de seguridad y del poder judicial; y de las “fuentes de legitimación” del sistema, como los partidos, los grandes medios de comunicación y la educación; es un libro de una tremenda y extraordinaria actualidad.

¿A quién le interesa ocultarlo y quiénes deberían obligatoriamente conocerlo?

Continuará...



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