Manuel Cortizo Velasco
Hace ya unos
poco de años que se aprobó el EBEP y con
el una serie de medidas que pretenden hacer de la administración un lugar más
habitable para el personal a su servicio. Veremos que después de varios años,
no solo no se aplica, (en lo que a la carrera profesional se refiere), sino que
se utilizan métodos lo suficientemente coactivos que coartan las aspiraciones
de los trabajadores, como ocurre cuando desde dentro de una Consejería, un
Servicio o de la propia Secretaría General Técnica, se impide la salida del
personal a otro destino mejor. Esta actuación, unida a la inaplicación de las
coberturas necesarias de personal nos sumen en una situación penosa. Veamos.
Dice el EBEP:
Los funcionarios de
carrera podrán progresar simultáneamente en las modalidades de carrera
horizontal y vertical cuando la Administración correspondiente las haya
implantado en un mismo ámbito.
·
a) Se articulará un sistema de grados, categorías o
escalones de ascenso fijándose la remuneración a cada uno de ellos. Los
ascensos serán consecutivos con carácter general, salvo en aquellos supuestos
excepcionales en los que se prevea otra posibilidad.
·
b) Se deberá valorar la trayectoria y actuación
profesional, la calidad de los trabajos realizados, los conocimientos
adquiridos y el resultado de la evaluación del desempeño. Podrán incluirse
asimismo otros méritos y aptitudes por razón de la especificidad de la función
desarrollada y la experiencia adquirida.
El “sistema
de grados, categorías, o escalones…” ya
está establecido desde hace tiempo. Una carrera con 30 niveles no es
moco de pavo. No obstante obedece a la lógica del divide y vencerás. Así se ven
a menudo negociados de una o dos personas y múltiples puestos de trabajo sin
cubrir. Y, a veces, una competencia feroz que utiliza las argucias más
inimaginables.
Lo más
curioso es el que “se deberá valorar la trayectoria y actuación profesional, la
calidad…” Etc. A diario vemos como esto se lleva a cabo. Perdón. Anualmente. Un
cuestionario y una proyección. Eso sí, sin valoración económica alguna. No
están los tiempos para gastos superfluos.
Así pues, podemos
y, según los teóricos de la Administración debemos, progresar en la carrera
profesional porque así se incentiva al funcionario y se mima la función.
Pero, todos
sabemos que esto es papel mojado. Tengo la impresión de que progresar dentro de
la Administración es poco menos que imposible. Ni aplicando la normativa legal
plasmada en el EBEP; ni siquiera por la puerta de atrás. El EBEP es de
imposible aplicación pues está en estado de hibernación y, en lo que se refiere
al ascenso, descenso o ingreso del trabajador, parece definitivamente
congelado. Con el consiguiente deterioro de la función pública y de los
servicios que se prestan a la ciudadanía.
La puerta de
atrás está reservada, como en las discotecas. Solo VIPs.
Así las
cosas, no es de extrañar que los Servicios, (con mayúscula), se queden medio
vacíos de personal, pues, se producen bajas incentivadas
por la inquina antifuncionario que parece existir dentro de las jefaturas, cuya
mejor diversión parece ser la de levantar expediente disciplinario; tampoco se
repueblan con nuevos ingresos las vacantes producidas y se cierra la puerta a
nuevos ingresos. Con estas perspectivas la carrera del funcionario no la va a
querer ni el más pardillo de los ciudadanos, pues apesta a poco respeto, poca
dignidad y menos sueldo.
Es triste ver
como trabajadores a los que se les abre una perspectiva de cambio a mejor,
tanto económica como laboralmente, se ven obligados a renunciar a esas plazas
con la disculpa de que ¿Quién sustituirá al que se va?. Por tanto no podemos ni
morirnos, porque no hay quien nos sustituya, (mira por donde resultamos
imprescindibles). Sería gracioso si no resultase dolorosa tanta frustración. A
estas alturas supongo que todo el mundo sabe de qué hablo, ¿no? Pues de esas
plazas que quedan vacantes, cuya cobertura es imprescindible, pero que resulta
imposible de realizar porque la realidad es que no se deja salir a nadie del lugar que ocupa. Por decreto.
Los daños son múltiples. Por una parte el servicio que queda cojo y por el otro el trabajador que ve
frustrada inopinadamente su “carrera profesional”. Sin contar con el ciudadano
que sin tener parte en el asunto se ve mal atendido por mor de la escasez de
medios y personal. Pero, me asalta una duda. Algunas de esas plazas acaban
teniendo cobertura. ¿De dónde salen esos trabajadores que “okupan” la plaza de
quien meritoriamente había aspirado a ella? ¿Quiénes son y quién los nombra?
Ya lo veis.
Los funcionarios de carrera podemos progresar en todos los sentidos y
direcciones: Carrera horizontal, es decir, correr en llano y en línea recta a
ser posible. Carrera vertical, para escaladores y demás personal deportivamente
preparado, (se excluyen de esta categoría a los trepas de profesión); Carrera
transversal, de sacos etc. Todas las modalidades imaginables.
A todo esto,
¿los representantes de los trabajadores no conocen estos detalles, que guardan
tanto silencio ante tanto escarnio?
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